lunes, 22 de febrero de 2010

Clandestino














Día a día me sigo encontrando historias en busca de paraísos… en esta ocasión en Casablenca es el chico de las dos caras quien me cuenta la dualidad que encierran sus exposiciones de arte.

Un yo que busca lo “normal” : la casa, el coche, la familia, pero que la casa sea grande, que el coche corra mucho, que la familia sea guapa, todo rodeado de dinero y con una importante etiqueta profesional. Y está el otro, él que quiere vivir feliz, cumplir sus sueños paso a paso, ayudar a los que tiene cerca a través de su expresión artística sabiendo que aquí hay mucho más por hacer que si sube al paraíso.

Como los niños, que son siempre igual vayas donde vayas y no les importa si eres diferente porque solo te hablan si les caes bien y punto. Pues los adolescentes también son iguales, se creen capaces de comerse el mundo, pero sin pensar primero cual es el mundo que se quieren comer, energía que no se sabe canalizar. Se les intenta dar el opio del pueblo, que puede ser la religión o puede ser el opio en sí, pero nunca darles el espacio para crecer. Y cuando alguno no puede estarse quieto ni a pesar del opio, entonces se mueve a otros caminos.

El chico de las dos caras, desde su traje humilde de aprendiz de la vida pero de orgulloso currante, que ha llegado donde quería, pasar de ser un artista en lo cotidiano a serlo en su curriculum, comienza con sorprendente persistencia a buscar las palabras para expresar con nitidez su historia “clandestina” (imagino que en parte esa necesidad arrolladora de contar cosas, es lo que le empuja a crear)

El chico que ahora me habla de arte conceptual, que esta muy interesado en la nueva ciencia de programación neurolingüística y guarda un Mac en su mochila con el que diseñar performance de carácter social… También pego puñetazos, organizó timbas ilegales, también se escapo de prisiones, pagó el pasaje para viajar en una patera y también cometió el delito de cruzar fronteras sin papeles…

Por fin mi visión de que todo el mundo merece otra oportunidad, de que el cambio existe, tiene ejemplos vivos que lo apoyan. Un detalle es que me temo que este chico encontró su oportunidad saliendo del efímero paraíso y volviendo a casa. Y esto debería hacernos replantear que narices hacemos, los países receptores de inmigración, con la gente que viene a mejorar y casi siempre acaba más abajo.

En este caso el paraíso viajó de norte a sur y las heridas que marcaron el lado clandestino de su cara, el lado que sueña un coche grande de matricula europea, son el recuerdo que hace madurar el lado que supo conquistar el paraíso que había en casa





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